La Guerra de la Triple Alianza fue el conflicto militar en el cual
la Triple Alianza -una coalición formada por la Argentina,
el Imperio del Brasil y el Uruguay
y la Argentina- luchó militarmente contra el Paraguay
entre 1864 y 1870. Existen varias teorías
respecto de los detonantes de la guerra. En esencia, el revisionismo argentino y
la visión tradicional
paraguaya atribuyen un papel preponderante a los intereses del Imperio británico. La visión alternativa pone el acento en la
agresiva política del mariscal Solano López respecto de los asuntos
rioplatenses.
El conflicto se desencadenó a
fines de 1864,
cuando el mariscal Francisco Solano López, presidente
paraguayo, decidió acudir en ayuda del gobierno ejercido por el Partido Blanco del Uruguay,
en guerra civil contra el Partido Colorado, apoyado este
militarmente por el Brasil. López advirtió a los gobiernos de Brasil y la
Argentina que consideraría cualquier agresión al Uruguay "como atentatorio
del equilibrio de los Estados del Plata", pero tropas imperiales invadieron territorio uruguayo en octubre
de 1864.
Solano López solicitó
autorización al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar territorio
argentino rumbo al Uruguay con sus tropas, solicitud rechazada por Mitre. Haber
permitido que tropas beligerantes atravesaran por su territorio hubiese
constituido un abandono de la posición hasta entonces públicamente neutral de
la Argentina; por otro lado, el gobierno argentino simpatizaba con el Partido Colorado del Uruguay. En
respuesta, tropas paraguayas ocuparon la ciudad de Corrientes en abril de 1865, forzando a la
Argentina a entrar en la guerra, aliada con Brasil y el nuevo gobierno
uruguayo. A partir de ese momento ya puede hablarse de «Guerra de la Triple
Alianza».
El desastre final recayó sobre Paraguay. La
población, que superaba un millón trescientos mil habitantes antes de la
conflagración, quedó reducida a apenas doscientos mil habitantes, de los cuales
aproximadamente el 10% eran hombres, en su mayoría niños, ancianos y
extranjeros. Las iglesias y casas particulares fueron saqueadas cargándose las
mercancías en los barcos brasileños y argentinos anclados en el puerto de
Asunción. También desaparecen todo tipo de tarifas aduaneras.
El Paraguay pierde ciento
cuarenta mil kilómetros cuadrados de territorio. El Brasil se apodera de un suelo
muy extenso y apto para la agricultura; la Argentina del chaco austral y casi
del boreal también, conflicto que será subsanado más adelante. En síntesis, el
Paraguay pierde una extensión de tierra "casi igualable a los territorios
de Cuba
y Bélgica juntos".
El 1º de mayo de 1865
firmaron en Buenos Aires el tratado de alianza que permanecería secreto debido
a sus comprometedoras cláusulas. Los aliados se comprometían a respetar la
independencia, soberanía e integridad del Paraguay. Los objetivos, quitarle a Paraguay la soberanía de sus ríos;
responsabilizar a Paraguay de la deuda de guerra; y repartir el territorio en
litigio o exclusivamente paraguayo entre la Argentina y Brasil, la guerra no se
detendría hasta la caída de López. Esta se hacía contra el presidente y no
contra el pueblo paraguayo, cuyos miembros eran admitidos por los aliados para
incorporarse a una Legión Paraguaya que luchase contra la "tiranía"
de López. Se firmó también un protocolo adicional, también secreto, que
establecía la demolición de las fortificaciones de Humaitá; desarme de Paraguay
y reparto de armas y elementos de guerra entre los aliados; y reparto de
trofeos y botín que se obtuvieran en territorio paraguayo.
George Thompson, un ingeniero inglés que
trabajó para el joven López (el británico se distinguió como oficial paraguayo
durante la Guerra de la Triple Alianza y después escribió un libro sobre su
experiencia) tenía palabras ásperas para su ex-patrón y comandante y lo llamaba
"un monstruo sin igual". La conducta de Solano López ponía en
evidencia tales cargos. En primer lugar, los cálculos erróneos y ambiciones de
Solano López zambulleron al Paraguay en una guerra con la Argentina, el Brasil
y el Uruguay. Esa guerra produjo la muerte de la mitad de la población
paraguaya y casi eliminó al país de la faz de la Tierra. Durante la guerra,
Solano López decretó las ejecuciones de sus propios hermanos y mandó a torturar
a su madre y hermanas cuando sospechó de ellos como opositores. Miles de
personas, inclusive los mejores soldados y generales también sufrieron la
muerte delante de pelotones de fusilamiento o ser descuartizados por órdenes de
Solano López.
Otros vieron en Solano López como un
paranoico megalómano, un hombre que quiso ser el "Napoleón de
Sudamérica" solo para reducir su país en la ruina y convertir a sus
compatriotas en mendigos en su vana búsqueda de gloria. Y lo infaltable: El rol
bélico que pregonaban los ministros de Su Majestad la reina, en su afán de
seguir generando ganancias para propio bien y el de sus entidades bancarias
como la Banca
Rotschild, la Casa Baring y el Banco
de Londres.
La situación
del otro grande, la Argentina, tampoco era menos desastrosa, debiendo en
reiteradas ocasiones recurrir al capital
inglés,
por ejemplo al derrumbarse los precios
de los cueros, la lana y el ganado. El presidente Mitre fue muy claro para con
sus conciudadanos al decir: "¿Cuál es la fuerza
que impulsa a este progreso? Señores... es el capital inglés". El
Ministro de Hacienda argentino, Lucas González, daba su opinión acerca de la
guerra y entre otras cosas mencionaba que uno de los tantos objetivos
de la guerra era "obtener beneficios muy grandes para el comercio
del mundo, muy especialmente del comercio inglés que encontrará en el Paraguay
libre y civilizado un gran mercado
que explotar".
Fuente: Artículos del
tratado de la Triple Alianza de 1º mayo de 1865, cit. en ibid., pp. 183-184. José María Rosa, Historia argentina, vol. VII, Buenos Aires,
Oriente, 1974, p. 135.
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