sábado, 26 de diciembre de 2015

La venta de indulgencias, boletos para ir al cielo.

 
 
Del libro CRONICA LOCA, que lleva la siguiente nota:
 
"Puedo escribir sobre la vida de los insectos en Malasia o sobre la economía azteca en el siglo XV, pero siempre mi objetivo sería el mismo, la esperanza. Y sus dos amigos dilectos, el amor y el coraje. Este librito no es una excepción. Ya que pararon el auto en este semáforo, déjenme que les limpie el parabrisas de tanta bruma para que, mirando el pasado, puedan ver mejor el futuro, al menos desde lo que parece increíble pero es real. ¿Acaso toda la existencia no es increíble pero real?
título del artículo: Venta de Indulgencias Papales, PerdÓn de los Pecados DE LA Iglesia CatÓlica
    En la Edad Media, todos los pueblos cristianos de Europa eran miembros de una iglesia, gobernada por el Papa desde Roma. Reconocían su autoridad y la de los sacerdotes. Frecuentemente, éstos eran los únicos en la ciudad o la villa que sabían leer y escribir, y por eso la gente se acercaba a ellos en busca de ayuda y consejo. La Iglesia era el centro de la vida de la comunidad. Los Papas Julio II y León X fueron grandes protectores de las artes e invirtieron muchísimo dinero en encargar a los artistas la construcción de edificios y la ejecución de obras de arte. Como no era de extrañar, muchos pensaron que eso era escandaloso. Tampoco estaban de acuerdo con los métodos por los cuales la Iglesia obtenía su dinero.
   Uno de ellos era la venta de reliquias, objetos religiosos como por ejemplo trozos de las vestimentas de los santos o bien de sus propios cuerpos y hasta astillas de la madera de la cruz donde fue crucificado Cristo. Los peregrinos hacían largos viajes para visitar los lugares donde estaban estas reliquias y solían pagar grandes sumas de dinero por ellas. Desgraciadamente, muchas eran falsas, por ejemplo, el cuerpo de un santo que pertenecía a una ciudad parecía tener dos o tres cabezas, según la cantidad de poblaciones que decían ser propietarios de ella. Había tantos trozos de la cruz de Cristo como para construir un barco entero. Otro motivo de escándalo fue la  forma en que la Iglesia obtenía dinero vendiendo indulgencias o perdones por los pecados cometidos o por cometer.
   El representante de la Iglesia, perdonador, o bulero, recorría los pueblos vendiendo bulas (perdones otorgados por el Papa, escritos en hojas de papel). Fue uno de estos representantes, Juan Tetzel, quien provocó la querella de Martín Lutero con el Papa. Tetzel incitaba a la gente a comprar perdones para salvar sus almas, pero lo que estaba haciendo en realidad era recaudar dinero para la reconstrucción de la Iglesia de San Pedro en Roma. Lutero sintió, como otros antes, que la Iglesia no debía explotar así a la gente. Además consideraba que un Papa de Italia no tenía poder ni sobre el pueblo alemán ni sobre los de otras nacionalidades.
   Su deseo de transformar la Iglesia condujo al movimiento denominado Reforma. Los protestantes, o sea aquellos que protestaban contra la autoridad papal, comenzaron la lucha contra los católicos, que continuaban aceptándola. En algunos aspectos, la Iglesia colaboró con el Renacimiento. Algunas de las mejores obras de Miguel Ángel y de Rafael fueron hechas para el Papa. Los grandes concilios de la Iglesia, que se convocaron de tanto en tanto, reunían a personas de toda Europa y ayudaban a difundir las ideas y nuevos conceptos del Renacimiento.
   En realidad, los escándalos de la Iglesia probablemente sólo preocupaban a un pequeño grupo de pensadores. Durante todo el Renacimiento, hubo una profunda fe en la religión y también mucha polémica sobre ella. Quizás la mejor síntesis de esta fe sea el libro La Imitación de Cristo, de Thomas de Kempis, que fue una especie de guía para la vida religiosa del siglo XV y para mucha gente en épocas posteriores.
Autor: Manuel Víctor Carlos Sueiro (Buenos Aires, Argentina, 9 de febrero de 1943. 13 de diciembre de 2007), periodista, escritor y presentador de televisión argentino.
 
 

jueves, 3 de diciembre de 2015